La Educación Popular y la Pedagogía Social contribuyen a una calificación de pensamiento social, pero no a una calificación cualquiera, si no a una calificación basada en los principios y valores de justicia de los derechos humanos, de libertad, de igualdad, de democracia, de la dignidad humana, con perspectivas hacia una sociedad económicamente sostenible, socialmente justa y políticamente democrática.
La educación popular constituye un vehículo pedagógico que mediante dos procesos: teórico/ práctico, potencia diferentes modos de reacción frente a una dominación, creando asímismo una concientización en el oprimido, revelándole las contradiciones en las relaciones sociales, como por ejemplo si esas relaciones están basadas en su punto de partida en una cooperación o en una dominación; también en las formas de producción y distribución de la riqueza; en la configuración política y jurídica más o menos democrática y participativa para que los individuos puedan tener a su alcance vías para tomar decisiones en los temas de interés público.
Esa concientización es un proceso de saber popular que está dinamizado por un diálogo dialéctico que según Freire, se realiza en un reconocimiento de "uno en el otro" "de uno con el otro" recíprocamente. Es un movimiento dinámico y se dá a partir de una exploración de la realidad.
La función política y pedagógica por tanto, de la educación popular es ir construyendo otros caminos, a partir de otras acciones: rechazar la injusticia, la desigualdad y la opresión. Es una educación política que lucha por que sea una expresión de la humanización del hombre. Esto requiere conocer permanentemente la realidad, investigarla y problematizarla recurrentemente. En suma en la gran contribución de la educación popular reside, según Freire recusar un inmobilismo o un fatalismo histórico que naturalice el "dolor del mundo". Por ello la educación popular está destinada prioritariamente, pero no exclusivamente, a un público específico: a los olvidados del mundo, a los desheredados de la tierra, a los engañados, a los prohibidos, a las clases populares. En fin, a todos aquellos sometidos en el mundo que además de estarlo en una pobreza material, también se les niega la posibilidad de percibir la necesidad de una búsqueda de su auto-realización. La educación popular es una educación para la liberación de los mecanismos sociales que impiden la emancipación de los grupos que sufren la injusticia social.
Extraído de una reflexión del Prof. Alexandre Silva Virginio del Departamento de Sociología de la Universidad Federal do Rio Grande do Sul (Porto Alegre/ Brasil)
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