¿Significa que la creciente participación de las mujeres en el ámbito laboral, político, doméstico, acádemico y cultural vaya acompañada de cambios ideológicos en las relaciones de género?
Yo diría que no, pues aún existen muchos modelos culturales que obstaculizan las relaciones entre hombres y mujeres.
Asistimos a un ritmo acelerado de transformaciones políticas, sociales y económicas, ello ha llevado a que convivan diversos modelos familiares, dónde tanto el padre como la madre aportan ingresos, ahora el varón ya no es el único dispensador de recursos, sin embargo ello no ha ocasionado un reparto en las responsabilidades familiares y domésticas, siendo la mujer la que, en la mayoría de las ocasiones realiza una doble o triple jornada de trabajo. Otras veces la mujer representa las familias monoparentales con hijos a su cargo, convirtiéndolas en seres más vulnerables a la pobreza.
Los cambios han producido en las vidas de las mujeres importantes transformaciones en el modelo de femeneidad tradicional, mientras que los hombres lo han percibido como una pérdida de sus privilegios y lo han vivido en resistencia.
¡Mientras se han construido nuevas femineidades no ha sucedido así con las masculinidades!, dificultando unas relaciones de género más igualitarias.
Se hace preciso una intervención global el el marco educativo. Hay que acabar con la dominación de los hombres sobre las mujeres que llevada a sus extremos más dramáticos adopta formas crueles y arcaicas, empleando la violencia sobre éstas, a veces incluso atentando contra uno de los Derechos Humanos más fundamentales que es el de la vida.
Se hace preciso una intervención global el el marco educativo. Hay que acabar con la dominación de los hombres sobre las mujeres que llevada a sus extremos más dramáticos adopta formas crueles y arcaicas, empleando la violencia sobre éstas, a veces incluso atentando contra uno de los Derechos Humanos más fundamentales que es el de la vida.
Es necesario ofrecer igualdad de oportunidades en la educación para que las potencialidades de hombres y mujeres puedan desarrollarse, teniendo en cuenta las diferencias individuales de unos y otras.
El reto de las sociedades modernas es educar íntegramente a todas las personas para la democracia y esto significa que todo el mundo pueda adquirir un conjunto de capacidades básicas en su estancia en la escuela y después a lo largo de su vida, para potenciar aprendizajes para la vida afectiva, e incorporarlos a la vida doméstica.
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