"La izquierda necesita nuevas formas de organización. Son necesarias nuevas maneras que ayuden a que la gente se estimule y luche. Tenemos que plantear a la gente un nuevo lenguaje y nuevas alianzas".
Es el diagnóstico que Anguita realiza sobre la izquierda en este país, en una situación de crisis y de "emergencia social" que, en su opinión, la izquierda debe analizar y saber traducir para actuar.
"Hay que plantear la lucha sobre cosas concretas en un debate con la gente, sereno", señala el ex coordinador general de IU en torno a la manera de hacer política desde la izquierda y llegar a la ciudadanía, como nuevos sujetos políticos de una acción efectiva.
Y abunda en su razonamiento: "¿Qué le dice hoy a la gente las palabras anarquismo, comunismo, socialismo? Hoy ningún 'ismo' mueve a la gente: ni socialismo, ni anarquismo, ni comunismo", explica en referencia a la necesidad de movilizar a la mayoría ciudadana ante la situación social actual con nuevas formas y un nuevo lenguaje de la izquierda que cale en la sociedad.
"Las utopías, los impulsos primitivos que movieron a anarquistas, socialistas y comunistas siguen siendo válidos. Pero las organizaciones que desde ellos se gestaron con el tiempo han quedado anquilosadas", reflexiona sobre el papel de los partidos y los sindicatos.
"¿Por qué con la que está cayendo cuesta tanto la transformación?"
Reflexionar sobre ello y analizar esa realidad desde la perspectiva de la izquierda, a través del estudio y su experiencia, es lo que une en una conversación celebrada en Córdoba al ex coordinador general de IU Julio Anguita y al politólogo y profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid, Juan Carlos Monedero. Y las respuestas, desde sus puntos de vista, son tan claras y crudas como la situación social.
"Hace falta otra forma de militancia. Hacen falta millones de Sócrates para hablar, para explicar, para conectar con la gente". Y advierte: "Estamos en la fase de reconsiderar cómo nos organizamos y luchamos ante un opresor difuso", en referencia a los poderes que mueven el actual sistema socioeconómico.
Un sistema al que, en su opinión, "se le derrota desde nuevas prácticas, con otras maneras de conectar, de hacer conectar a la gente, abriéndose a nuevas formas de organizarse". Organización y también rebeldía. "Hay que ser rebeldes. Pero rebeldes con causa. Es una posición intelectual. Y estamos ante un debate de intelectos, de argumentos. Es un combate intelectual", el que a su juicio debe afrontar la izquierda. "Es cansado, pero es la lucha que tenemos por delante". Y advierte: "La gente no puede delegar la solución. La tiene que construir".
La gente debe actuar. pero, "¿por qué con la que está cayendo cuesta tanto la transformación?". Es la pregunta que retoma el politólogo Juan Carlos Monedero en su conversación con Anguita. Y ofrece una respuesta: "O lo entendemos, o entendemos el por qué, o no vamos a ninguna parte", reclama de la izquierda en esta charla. "Si lo entendemos, si acertamos en el diagnóstico, podremos tocar la tecla para que la gente reaccione".
Y habla de la "precarización" y la "mercantilización" de la vida como formas que "llevan al miedo", a la inacción de la sociedad en su conjunto. "Estamos llenos de miedo, profundamente asustados", explica acerca de esa falta de acción generalizada en la sociedad ante la actual situación de crisis y sus consecuencias.
Vencer ese miedo es, en su opinión, la batalla de la izquierda. Porque "no hay cambios reales si no hay un pueblo detrás. De nada sirve el poder si detrás no hay un pueblo dispuesto a jugársela contigo", analiza Monedero.
"Es absolutamente necesario el repensar, cuestionarse el sistema, el capitalismo, esta democracia". Y a partir de ahí, "construir la alternativa sabiendo lo que no queremos. Tenemos que desaprender para no caer en el error de rellenar los huecos del mismo sistema", indica el politólogo.
Y en ese sentido, abunda en la perspectiva real desde la que a su juicio hay que partir dada la situación: "El pesimismo esperanzado", lo denomina él. "Pesimismo porque el sentido común es conservador, porque hay miedo y parálisis. Pero esperanzado porque hay algo que no te pueden quitar: la decencia y la dignidad", concluye.
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